Regulación de la IA: España como pionera mundial

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En la regulación de la IA, España ha tomado la iniciativa creando la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial (AESIA). De todas las ciudades candidatas para establecer su sede, A Coruña ha sido la elegida y ello es posible que atraiga inversión y conocimiento a la ciudad. España no está sola en esta tarea, ya que en el marco regulatorio de la UE, todos los países tienen la obligación de establecer agencias similares para la supervisión y regulación de la IA. La tarea es ardua pero hay un claro consenso colectivo.

La regulación de la IA ya en 2024

Como decimos, a partir de 2024 será de obligatorio cumplimiento la ley de regulación de la IA en la Unión Europea. Esto ya nos debería reconfortar un poco ya que, a pesar de los múltiples beneficios que nos está aportando la IA a nivel productivo, hay otros aspectos que generan una absoluta polémica y controversia.

Aún así, no debemos cantar victoria. Estas agencias tendrán un nivel de trabajo monumental y muy complicado ya que, lo que a día de hoy es capaz de hacer la IA, no tendrá comparación con lo que será capaz dentro de un tiempo.

Cabe mencionar que la UNESCO también se está involucrando en el desarrollo de la normativa europea. Será crítico dotar de recursos a la AESIA para que pueda trabajar en su propósito pero también visibilizar esa ayuda que puede ofrecer a las empresas y a las personas para el correcto uso de la inteligencia artificial.

¿Qué aspectos fundamentales tendrá la regulación de la IA?

El propósito fundamental de la ley es el de proteger a ciudadanos y empresas de los riesgos y malas prácticas en el uso de esta tecnología. Lo que, de momento, va a estar en el punto de mira es la manipulación del comportamiento de personas o grupos vulnerables mediante inteligencia artificial, el uso de sistemas biométricos o el denominado «social scoring«, es decir, la clasificación de grupos de personas basándose en su comportamiento o características personales.

Otro de los platos fuertes de la regulación es el de la propiedad intelectual. Hoy en día el trabajo de los diseñadores y artistas digitales está siendo socavado por un mal uso de la IA en cierta medida.

No todo será regulación

Cierto es que la IA necesita una regulación clara y expresa para prevenir su mal uso. Pero todos estamos también de acuerdo que su buen uso permite la mejora de la productividad empresarial, mejorar la vida de los ciudadanos y agilizar muchos procesos rutinarios que nos quitan tiempo y esfuerzo.

Es por ello que otro de los objetivos de la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial será favorecer la aparición de nuevas empresas que avancen el conocimiento de la inteligencia artificial, así como reforzar a las empresas actuales en su uso y explotación para mejorar la calidad y la competitividad de las mismas.

En este sentido de va a crear un Sandbox regulatorio de la IA. Esto es básicamente un entorno digital que incorpora buenas prácticas y la legislación para conectar a las autoridades con las empresas que desarrollan soluciones basadas en IA. De esta manera no debería ser un infierno para las empresas saber si el uso que están haciendo de la IA está dentro del marco de la ley o no. Esto es especialmente importante ya que, como decimos, el futuro de la IA, será prometedor, pero tenemos que ponerle un «bozal» para que no nos acabe mordiendo.

Todos jugamos un papel importante

No podemos poner el peso de la responsabilidad solo en el lado legislativo. También es crítico que las empresas españolas hagan su parte del trabajo: deben diseñar sus propias estrategias para la inteligencia artificial, identificando los espacios donde esta tecnología puede ayudarlas pero también los riesgos que puede suponer su uso.

Por último, no debemos olvidar que en el camino en el camino encontraremos zonas grises, con retos éticos y legales inesperados, por lo que es más importante que nunca un pacto de estado entre todos los actores públicos y privados (incluidos los partidos políticos), que definan un marco común más allá de ideologías e intereses privados.

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